Monday, October 10, 2011

Juan N Cortina y the Cortina Revolution

Juan Nepomuceno Cortina, El Chino
En 1848, cuando México fue despojado por Estados Unidos de sus territorios del Norte, surgió un personaje mexicano, rebelde, que simbolizó la resistencia ante el invasor angloestadounidense y la lucha por la dignidad en peligro de perderse. Éste fue Juan Nepomuceno Cortina, a quien las autoridades estadounidenses llamaron "bandido" y el pueblo mexicano consideró héroe.
Tal como Cortina, aparecieron decenas de personajes en Califomia, Nuevo Mtxico y Texas, a lo largo de la línea fronteriza. Al rededor de ellos se creó un verdadero mito, una leyenda revestida de un halo romántico que corrió de boca en boca: todos eran hombres jóvenes, fisicamente atractivos y, sobre todo, valientes. Antes de tener que enfrentarse a las autoridades angloestadounidenses eran personas pacíficas, que vivían en armonía con su familia y la comunidad. Casi todos se vieron empujados a la marginalidad por situaciones semejantes, entre las que destacaban la urgencia de disparar a un "ranger" o a un policía cuando maltrataban a algún miembro de su familia o a sí mismo, o la necesidad de defender su rancho o sus parcelas cuando eran invadidas por los anglos, que Ilegaron a los territorios que habían sido mexicanos para apoderarse de enormes extensiones agrícolas.
Cuando los periódicos mostraban simpatía hacia estos hombres, publicaban historias fantásticas de aventuras y de escapatorias realizadas por ellos; quienes los repudiaban les atribuían cuanto crimen era cometido en esas regiones y les presentaban como inadaptados dispuestos a matar en cualquier circunstancia. Estos personajes eran protegidos por sus connacionales, por lo cual las autoridades prometían cuantiosas recompensas a quienes los capturaran, con la esperanza de que pudieran ser víctimas de algún cazarrecompensas. Siempre eran perseguidos por numerosos destacamentos de "rangers", que con la esperanza de encontrarlos solos, o con desventaja numérica, recorrían los nuevos territorios estadounidenses.
Juan Nepomuceno Cortina, de quien hablamos en esta ocasión, cumple todas las caractenísticas señaladas en los rebeldes, pero ofrece dos condiciones adicionales: era un hombre muy rico y su lucha era esencialmente política.
Juan Nepomuceno Cortina, apodado EI Chino, nació en Camargo, Tamaulipas, en el año de 1824, tres años después de que México había logrado su independencia de España. Era miembro de una familia prominente en la zona fronteriza de los ríos Grande y Nueces. Sus abuelos fueron los primeros colonizadores de esa región. Eran dueños de grandes extensiones de tierra cultivable y tenían enormes cantidades de ganado; vale la pena señalar que en esas regiones se originaron los vaqueros, antecesorios de los conocidos "cowboys". Pero aunque Juan N. Cortina pertenecia a la alta sociedad, debió enfrentarse a las nuevas autoridades para defender sus propiedades. Esta situación le generó, naturalmente, enemistades y enfrentamientos con cierto número de nuevos colonizadores que pretendían apoderarse de sus tierras.
En 1847, a los 23 años de edad, se entregó al ejército del general Mariano Arista, quien llegó a la ciudad de Matamoros, Tamaulipas, para enfrentar la avanzada del general estadounidense Zachary Taylor que se disponía a invadir territorio mexicano, dando con ello inicio a la guerra México-Estados Unidos. Cortina organizó a los vaqueros que trabajaban para é1 y para otros ranchos vecinos, quienes ingresaron a las filas del Ejército mexicano.
Al finalizar esa guerra hubo que trazar una nueva línea fronteriza, lo que causó que las propiedades de la familia Cortina quedaran divididas entre los dos países: gran parte en el lado texano y el resto en Tamaulipas.
Entonces se dedicó a trabajar en su rancho San José, ubicado en la nueva población fronteriza, del estado de Texas, llamada Brownsville, en donde logró desarrollar grandes hatos de ganado. A pesar de las constantes agresiones que sufrió por parte de quienes ambicionaban su propiedad, cotinuaba siendo un hombre economicamente poderoso. Sin embargo, en el aspecto político, esto no era así, pues aunque se permitía votar a los mexicanos que permanecieron del lado texano, se les negó cualquier posibilidad de ocupar algún puesto político o militar.
Juan N. Cortina no se conformó con tener una posición de segundo nivel y decidió ingresar al Ejército mexicano en Tampico, Tamaulipas, aunque siguió viajando continuamente a Brownsville para vigilar sus prósperos negocios. En 1850, junto con un grupo de mexicanos de Texas le pidió al Congreso de los Estados Unidos la creación del territorio del Róo Grande, que se ubicaróa en la región sur de Nuevo México para formar ahí una república propia de los ahora mexicanosestadounidenses. Por supuesto que su petición fue denegada.
En 1859 Cortina organizó un ejército cuyo objetivo era garantizar la igualdad de los mexicanos en Texas. Cuando llegaba a difundir las propiedades de un mexicano el grito de batalla era: "¡Mueran los gringos! iViva Cortina!"
Ese año, durante una de sus estancias en Brownsville, presenció la golpiza que el "marshal" del lugar propinaba a un trabajador del rancho de su madre. Le pidió que dejara de azotarlo porque él se haría cargo de solucionar el problema que pudiera existir; al contestarle el estadounidense con un insulto Cortina le disparó, montó en la grupa de su caballo al peón y salió huyendo del lugar. Ninguno se atrevi6 a detenerlo.
El 16 de septiembre Cortina celebraba con una fiesta la Independencia de México. Ahí surgió entre amigos la idea de enfrentar y acabar con los maltratos y asesinatos que estadunidenses cometían con mexicanos. Salieron del lugar y pistola en mano llegaron a la cárcel, en donde liberaron a los mexicanos presos. El contigente que llegó se hizo en pocos minutos más numeroso; entonces se dirigieron a la oficina del "marshal", quien, avisado de lo que estaba sucediendo, había logrado huir.
El grupo encabezado por Cortina no asaltó casas particulares ni tiendas; éste tenía el suficiente dinero para armar a todo su ejército. Las armas con que proveyó a su gente las compró a un mexicano dueño de una tienda de armamento, a quien llegó a despertar esa misma noche.
Al llegar una patrulla estadounidense procedente del poblado vecino, la banda de mexicanos se dispersó y huyó a Matamoros, pero poco después regresaron a Brownsville y tomaron posesión de la oficina del "marshal", en donde Cortina hizo ondear permanentemente una bandera mexicana. A pesar de las súplicas que sus amigos y su familia le hicieron para que desistiera de su plan, no lograron convencerlo. A los dos días de tener bajo su control la ciudad, emitió una proclama en donde presentaba a todo el pueblo sus razones por las que habían organizado la asonada. Ahí exigía que los estadounidenses que habían asesinado a mexicanos fueran castigados, y a continuación presentó una larga lista de los nombres de los que habían sido muertos.
Llegó a Brownsville un pelotón del Ejército de Estados Unidos proveniente de San Antonio, Texas, y en un enfrentamiento capturaron a uno de los hombres de Cortina, de nombre Tomás Cabrera, precisamente cuando el mexicano consideraba que había dado una demostración de fuerza y organización suficiente para lograr la igualdad de los mexicanos, por lo que había preparado su retirada a Matamoros; pero ante tal acción decidió no abandonar a su suerte a su compañero y permaneció en Brownsville. Volvió a reunir a su gente y les pidió a las autoridades del lugar liberaran a Cabrera o quemaría el poblado.
Al principio el grupo de Cortina se componía de mil 500 elementos contra 100 de los estadounidenses, aunque éstos fueron ayudados por un pelotón del Ejército de Tamaulipas. Cortina volvió a resultar vencedor y pidió la libertad de Cabrera a cambio de dejar libre la ciudad. La respuesta fue colgar al prisionero en una plaza pública, aprovechando que para entonces ya habían llegado a Brownsville los temidos "rangers."
Entonces comenzó lo que se conoció como la "guerra de Cortina" contra un ejército estadounidense reforzado, pero con el control de los mexicanos sobre la ciudad, quienes combatían al grito de "¡Mueran los gringos! ¡Viva la Repiiblica Mexicana!" Cortina emitió una segunda proclama en donde pedía que se cumpliera con lo pactado en el tratado de Guadalupe Hidalgo, en donde se reconocían los derechos de los mexicanos. Hablaba en nombre de los "sagrados derechos de nuestra preservación" y terminaba diciendo: "Estoy listo para ofrecerme yo mismo en sacrificio para que ustedes obtengan su felicidad y les aseguro que no tendrán nuestras tierras sino hasta que las rieguen con su propia sangre".
El control sobre toda la parte del bajo Río Grande duró siete meses, tiempo en el cual el ejército texano continuó reforzándose. Cortina estuvo a punto de ganarles la última batalla pero la superioridad numérica de aquéllos se impuso. Entonces se refugió en Matamoros, en donde era considerado como un verdadero héroe. Dos años después los "rangers" buscaban cualquier pretexto para atrapar al que llamaron el "bandido rojo de la frontera norte". Invadieron suelo mexicano varias veces pero nunca pudieron capturarlo.
En 1861, durante la Guerra Civil de Estados Unidos, Cortina se incorporó como enganchador - Union Agent - contra los estados confederados del sur, pues se oponía a la esclavitud en cualquier lugar donde se diera.
En 1864, cuando la invasión francesa contra México se sometió al Imperio de Maximiliano, causó desconcierto en el presidente Benito Juárez, quien lo había nombrado gobemador y comandante militar del estado de Tamaulipas. Sin embargo al siguiente año defeccionó y se declaró contra el Imperio, volviendo a ser aliado de Juáez. Logró reunir un gran ejército y enfrentó a las fuerzas intervencionistas que desembarcaron en el puerto de Tampico. En estas batallas se distinguió por su valentía y conocimiento militar.
La actitud de los estadounidenses de Texas hacia él cambió de manera radical cuando combatió contra los franceses. Debido a que Estados Unidos apoyaba a México, Cortina fue considerado en el mismo Brownsville como un gran personaje, llegando a ser el invitado especial del 4 de julio y recibiendo honores y distinciones de carácter oficial.
Al mismo tiempo, por acuerdo presidencial, al batallón más grande del estado de Tamaulipas se le denominó "Batallón Cortina". A partir de entonces se le designó general de brigada y se unió al mando de su propio ejército al general en jefe de las fuerzas armadas de Juárez, Mariano Arista.
Ante la expulsión de los franceses permaneció en su estado natal, hasta que en 1871 se pronunció contra el gobierno de Juárez. Como continuara siendo un personaje respetado por una gran parte de la población mexicana, comenzó a formar un ejército fuerte a ambos lados de la frontera. Por tal motivo, y con el pretexto de culparlo del delito de abigeato, fue consignado a la ciudad de México en el año de 1875, cuando era presidente Sebastián Lerdo de Tejada, sucesor de Juárez. Ante tal acción, la sociedad de trabajadores Miguel Hidalgo, de San Antonio, Texas, inició una colecta para apoyar su defensa.
Y es que Cortina tenía un fuerte motivo: apoyaba a un querido amigo que se había levantado contra el presidente Lerdo de Tejada y quien se había refugiado en Brownsville para reforzarse y desde ahí someter a todos los estados del Norte de México: él era el futuro presidente de México que gobemaría los siguientes 33 años, Porfirio Díaz.
Después de ser liberado volvió a su estado en 1876. Empezó a formar, una vez más, un ejército de más de mil hombres, según é1 mismo le confía a su amigo, además le asegura que había sido difícil.
Cuando Díaz tomó el poder, lo mantuvo por muy poco tiempo en Tamaulipas y, sin ningún cargo que pesara sobre é1 lo confinó en la unidad de México, de donde por ningún motivo podía salir. Díaz conocía bien su inteligencia y su arraigo en aquella zona y, a diferencia de Juárez y Lerdo de Tejada, no quiso arriesgarse.
Cortina volvió a la frontera trece años después, en 1890, en donde fue recibido como héroe y regresó a la ciudad de México, en donde murió pocos años después.
Juan Nepomuceno Cortina, El Chino, el "bandido rojo de la frontera Norte", fue el primer "bandido" a quien se le compuso un corrido, esa historia oral musicalizada que permite mantener vivas las acciones heróicas de los hermanos:
"Ese general Cortina es muy libre y soberano han subido sus honores porque salvó a un mexicano. "Viva el general Cortina que de su prisión salió, vino a ver a sus amigos que en Tamaulipas dejó. "Los americanos hacían huelga, borracheras en cantinas, de gusto que había muerto ese general Cortina".
por José Ledezma Reyes, Nuevo Aztlán, Nov. 01, pp 50-52

No comments:

Post a Comment